~ Los sueños son para ser vividos, no soñados ~ En el 2020 con el encierro y la pandemia empecé a sentir una necesidad inexplicable por vivir cerca al mar. Parecía lejano y casi que imposible para lo que en ese momento era la realidad de mi vida. La incomodidad de vivir en BOGOTÁ cada día era peor y la sensación de mi sueño incrementaba. Cada mañana apenas abría mis ojos, encendía en mi celular la meditación de Joe dispenza : “ the morning meditation “ y por 35 mins mi cuerpo tendido en la cama se perdía en la brisa Del Mar, en la inmensidad del cielo con los atardeceres naranjas-morados, me veía sentada en un balcón desayunando, contemplaba mis pies en la arena, me fundía en el ruido de las Olas Del Mar y alzaba la mirada a las palmas en movimiento. Este ritual de visualización de la mañana lo repetí por mucho tiempo, no se cuanto. Mientras tanto disfrutaba comprar vestidos y sandalias esperando a que ese momento llegará. En enero del 2022 volví al mar. Me fui por unos días sola a un retiro de yoga en la sierra a un hotel hermoso. Sin saber lo que la vida tenía preparado, recuerdo que me dije: este año quiero empezar en el mar como me lo sueño todos los días. Volví a Bogota y el 15 de enero, tan solo unos días después de ese viaje me enteré que estaba embarazada. (Esta es otra historia que te contaré luego). Todo empezó a cambiar y a fluir muy rápido, mi vida ya no era sólo yo. Éramos Juan, Juli y bebé. Mientras asimilaba la idea de mi familia, mi hermana y mi cuñado estaban pensando en irse de Bogotá. Era marzo y tomamos la decisión de irnos juntos de Bogota a Barranquilla, en abril ya teníamos definido apartamento y habíamos visitado la médica que atendería el parto, en mayo llegamos a vivir cerca al mar y desde ese día mi visualización de la mañana paso a ser una realidad. ¿Cuantos sueños que parecen imposibles has dejado en el olvido? Se vale soñar, se vale esperar, se vale visualizar y vivir nuestros sueños. Con amor, Juli
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