¿Por qué eres tan injusta contigo? ¿Cuándo empezaste a tratarte así? ¿Cuándo empezaste a hablarte de esa manera? Probablemente te has encontrado buscando razones para entender por qué te pasa lo que te pasa a ti, qué estás haciendo mal y qué podrías corregir. Pero en ese ínterin, te miras culpándote por todos los errores, cuestionándote por qué lo has hecho así y qué hubiera pasado si… Ahora bien, cuando aciertas en algo, tienes un logro o haces las cosas bien, ¿te celebras? ¿Te hablas con igual énfasis? ¿Te reconoces o refuerzas positivamente? Si tu respuesta es “no”, debemos seguir trabajando en tu amor propio. Y si tu respuesta es sí, buen trabajo. Reconocer tus esfuerzos a estas alturas del partido puede ser difícil si de pequeña no te reforzaron. Muchas mujeres de nuestra generación fueron criadas bajo un estilo autoritario, no importaba tanto qué opinabas, sentías o pensabas respecto a algo porque en casa se hacía lo que los adultos decían y probablemente habrás escuchado el “porque lo digo yo y punto”, e incluso las famosas pelas y castigos. Y por si fuera poco, cuando llevabas tus calificaciones un “pero no es suficiente”, “lo único que tú tienes que hacer es estudiar”. Si te fijas, bajo ese estilo de funcionamiento, ante cada error tú recibes algo a cambio, una desaprobación o un castigo, que luego has aprendido y pasado a hacer contigo. Pero ahora no son tus padres, ahora eres tú misma. @elijahasa, un comediante al cual admiro mucho, decía en uno de sus shows de stand-up, la crianza es como cuando va visita a tu casa a comer. Probablemente, ellos hacen la comida y dejan todo el desastre y la cocina sucia, pero cuando la visita se va, te toca a ti recoger el reguero. Esa ya es tu responsabilidad. Y lo mismo sucede con tus padres. Ellos hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían en ese momento, ahora te toca a ti preguntarte “¿qué voy a hacer yo con esto?”. ¿Te sigues castigando por cada error o reflexionas y te hablas bonito? ¿Celebras tú tus aciertos o esperas que lo haga alguien más? Y si culpas a la suerte de tus logros y a ti misma de tus errores estás siendo injusta ¿Qué tal si te responsabilizas a ti de todo lo que te pasa? | RedGage

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¿Por qué eres tan injusta contigo? ¿Cuándo empezaste a tratarte así? ¿Cuándo empezaste a hablarte de esa manera? Probablemente te has encontrado buscando razones para entender por qué te pasa lo que te pasa a ti, qué estás haciendo mal y qué podrías corregir. Pero en ese ínterin, te miras culpándote por todos los errores, cuestionándote por qué lo has hecho así y qué hubiera pasado si… Ahora bien, cuando aciertas en algo, tienes un logro o haces las cosas bien, ¿te celebras? ¿Te hablas con igual énfasis? ¿Te reconoces o refuerzas positivamente? Si tu respuesta es “no”, debemos seguir trabajando en tu amor propio. Y si tu respuesta es sí, buen trabajo. Reconocer tus esfuerzos a estas alturas del partido puede ser difícil si de pequeña no te reforzaron. Muchas mujeres de nuestra generación fueron criadas bajo un estilo autoritario, no importaba tanto qué opinabas, sentías o pensabas respecto a algo porque en casa se hacía lo que los adultos decían y probablemente habrás escuchado el “porque lo digo yo y punto”, e incluso las famosas pelas y castigos. Y por si fuera poco, cuando llevabas tus calificaciones un “pero no es suficiente”, “lo único que tú tienes que hacer es estudiar”. Si te fijas, bajo ese estilo de funcionamiento, ante cada error tú recibes algo a cambio, una desaprobación o un castigo, que luego has aprendido y pasado a hacer contigo. Pero ahora no son tus padres, ahora eres tú misma. @elijahasa, un comediante al cual admiro mucho, decía en uno de sus shows de stand-up, la crianza es como cuando va visita a tu casa a comer. Probablemente, ellos hacen la comida y dejan todo el desastre y la cocina sucia, pero cuando la visita se va, te toca a ti recoger el reguero. Esa ya es tu responsabilidad. Y lo mismo sucede con tus padres. Ellos hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían en ese momento, ahora te toca a ti preguntarte “¿qué voy a hacer yo con esto?”. ¿Te sigues castigando por cada error o reflexionas y te hablas bonito? ¿Celebras tú tus aciertos o esperas que lo haga alguien más? Y si culpas a la suerte de tus logros y a ti misma de tus errores estás siendo injusta ¿Qué tal si te responsabilizas a ti de todo lo que te pasa?

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¿Por qué eres tan injusta contigo? ¿Cuándo empezaste a tratarte así? ¿Cuándo empezaste a hablarte de esa manera? Probablemente te has encontrado buscando razones para entender por qué te pasa lo que te pasa a ti, qué estás haciendo mal y qué podrías corregir. Pero en ese ínterin, te miras culpándote por todos los errores, cuestionándote por qué lo has hecho así y qué hubiera pasado si… Ahora bien, cuando aciertas en algo, tienes un logro o haces las cosas bien, ¿te celebras? ¿Te hablas con igual énfasis? ¿Te reconoces o refuerzas positivamente? Si tu respuesta es “no”, debemos seguir trabajando en tu amor propio. Y si tu respuesta es sí, buen trabajo. Reconocer tus esfuerzos a estas alturas del partido puede ser difícil si de pequeña no te reforzaron. Muchas mujeres de nuestra generación fueron criadas bajo un estilo autoritario, no importaba tanto qué opinabas, sentías o pensabas respecto a algo porque en casa se hacía lo que los adultos decían y probablemente habrás escuchado el “porque lo digo yo y punto”, e incluso las famosas pelas y castigos. Y por si fuera poco, cuando llevabas tus calificaciones un “pero no es suficiente”, “lo único que tú tienes que hacer es estudiar”. Si te fijas, bajo ese estilo de funcionamiento, ante cada error tú recibes algo a cambio, una desaprobación o un castigo, que luego has aprendido y pasado a hacer contigo. Pero ahora no son tus padres, ahora eres tú misma. @elijahasa, un comediante al cual admiro mucho, decía en uno de sus shows de stand-up, la crianza es como cuando va visita a tu casa a comer. Probablemente, ellos hacen la comida y dejan todo el desastre y la cocina sucia, pero cuando la visita se va, te toca a ti recoger el reguero. Esa ya es tu responsabilidad. Y lo mismo sucede con tus padres. Ellos hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían en ese momento, ahora te toca a ti preguntarte “¿qué voy a hacer yo con esto?”. ¿Te sigues castigando por cada error o reflexionas y te hablas bonito? ¿Celebras tú tus aciertos o esperas que lo haga alguien más? Y si culpas a la suerte de tus logros y a ti misma de tus errores estás siendo injusta ¿Qué tal si te responsabilizas a ti de todo lo que te pasa?

¿Por qué eres tan injusta contigo? ¿Cuándo empezaste a tratarte así? ¿Cuándo empezaste a hablarte de esa manera? Probablemente te has encontrado buscando razones para entender por qué te pasa lo que te pasa a ti, qué estás haciendo mal y qué podrías corregir. Pero en ese ínterin, te miras culpándote por todos los errores, cuestionándote por qué lo has hecho así y qué hubiera pasado si… Ahora bien, cuando aciertas en algo, tienes un logro o haces las cosas bien, ¿te celebras? ¿Te hablas con igual énfasis? ¿Te reconoces o refuerzas positivamente? Si tu respuesta es “no”, debemos seguir trabajando en tu amor propio. Y si tu respuesta es sí, buen trabajo. Reconocer tus esfuerzos a estas alturas del partido puede ser difícil si de pequeña no te reforzaron. Muchas mujeres de nuestra generación fueron criadas bajo un estilo autoritario, no importaba tanto qué opinabas, sentías o pensabas respecto a algo porque en casa se hacía lo que los adultos decían y probablemente habrás escuchado el “porque lo digo yo y punto”, e incluso las famosas pelas y castigos. Y por si fuera poco, cuando llevabas tus calificaciones un “pero no es suficiente”, “lo único que tú tienes que hacer es estudiar”. Si te fijas, bajo ese estilo de funcionamiento, ante cada error tú recibes algo a cambio, una desaprobación o un castigo, que luego has aprendido y pasado a hacer contigo. Pero ahora no son tus padres, ahora eres tú misma. @elijahasa, un comediante al cual admiro mucho, decía en uno de sus shows de stand-up, la crianza es como cuando va visita a tu casa a comer. Probablemente, ellos hacen la comida y dejan todo el desastre y la cocina sucia, pero cuando la visita se va, te toca a ti recoger el reguero. Esa ya es tu responsabilidad. Y lo mismo sucede con tus padres. Ellos hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían en ese momento, ahora te toca a ti preguntarte “¿qué voy a hacer yo con esto?”. ¿Te sigues castigando por cada error o reflexionas y te hablas bonito? ¿Celebras tú tus aciertos o esperas que lo haga alguien más? Y si culpas a la suerte de tus logros y a ti misma de tus errores estás siendo injusta ¿Qué tal si te responsabilizas a ti de todo lo que te pasa?

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