Supongo que como cualquier otro día, ella se levantó, se bañó, se puso su traje y zapatos altos. Desayunó, sonrió por algo tonto, se despidió con un beso y salió camino al trabajo. Capaz y ese día estaba bonito, o capaz no, nunca sabremos cómo lo vió ella. Pero ese día no regresó a casa, ese día ella estaría en las tv's de todo el mundo aún sin pedirlo, aún sin saberlo. Solo estaba ahí, en una fatídica escena de un día que parecía ser como cualquier otro. Y hoy pienso en ella, en ellos, en todos. Porque a dos décadas del atentado contra las Torres Gemelas, uno solo puede pensar como en un solo día el mundo puede acabarse, para ti, para quienes te aman. Ese día parecía ser cualquier otro, pero ese día el mundo entero sentiría terror, ese día alrededor de 3 mil personas perdieron sus vidas y muchos más perdieron a su gente. Ese día la súplica por paz era necesaria. Y dos décadas después, seguimos pidiendo por paz en medio de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Hace un año, estábamos haciendo mercado de lo más normal y de pronto la radio solo nos anunciaba una cuarentena obligatoria. Y en una tarde así, la vida también nos cambió. Yo no suelo hablar de estos temas, pero días como hoy recuerdo que las súplicas por paz serán cada vez más constantes. Y sí, nos venderán mucha, de esas empacadas al vacío que son puro aire. Porque la verdad es que en momentos de confusión, en medio de todo lo que nos ha tocado vivir de lejos, de cerca, todo lo que escuchamos que se dice, y en un mundo que a ratos parece tan agobiante, la paz más verdadera que podemos aspirar es a la que Jesús prometió. Hoy oramos por las familias de las víctimas de ese día, y de todas las que vinieron después. Oramos también por quienes en estos últimos dos años desesperados han perdido afectos. Y que la paz de Dios que sobre pasa todo entendimiento guarde nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús. Porque siempre y hoy necesitamos a Jesús🤍
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