Ya casi va ser un año desde la última vez que nos miramos a los ojos y nos dijimos adiós. Qué decisión tan osada mamá regresar a la casa del padre, y digo osada no por el sitio al que te fuiste, sino porque romper con apegos meramente terrenales con valentía y entereza es de admirar. Yace un año que no siento tus manos, tu cabello, tu piel. Sin embargo gratitud madre porque con esta experiencia me has enseñado otra forma del amar que no es posesiva ni egoísta, una manera del amar pura, sublime y eterna. Quiero que sepas que la semilla de amor, alegría, pasión, servicio, nobleza, luz e inspiración que sembraste en mí, ya están dando frutos o quizá siempre ha venido dando frutos pero ahora soy consciente de ello. Te amo, te honro y te siento todos los días de mi vida de una manera sútil, porque solo muere quién se olvida y yo olvidarme de tí ¡NUNCA! Dice Dante Gebel que los actos de cada ser humano en este plano terrenal, tiene repercuciones más allá del cosmos...Y tú mamá, te volviste eterna igual que el abuelo. "La eternidad no es un lugar, es una decisión" Santiago Cano.
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