El último sueño lúcido de Helena. Como todas las tardes Helena aprecia el atardecer bogotano desde su mecedora, pensativa, como si le quedara algo por hacer, pues tiene 82 años y algunos ciclos sin cerrar. Para su fortuna hoy los vacíos de su alma quedarán cubiertos y para el ocaso de mañana estará agradecida y serena. Manuel, un joven amigo de Helena creó una máquina del tiempo y ha llegado la hora de probarla. Y es que Helena emigró muy en su juventud y nunca se ha perdonado no haber dado más abrazos, se castiga por no haber sido siempre amable y sobretodo la aflige no haber llegado al último adiós de sus papás. Con la ayuda de Manuel emprende un viaje el que se reencuentra y charla con sus padres, juega con su mascota, visita a su abuela y pasan un rato admirando la montaña (El Ávila) desde la terraza. Faltándole poco para regresar, su última parada es el mar, se entierra los pies en la arena, llora, se repone y continua despacio hasta el agua, sintiendo la corriente abrazar sus pantorrillas Helena finalmente se perdona. Lista para volver entra en el portal creado por Manuel y regresa al presente. Es el año 2080 y el enfermero de Helena quien es una paciente con Alzheimer, Manuel, la encuentra sin signos vitales, con una sonrisa que ni la muerte le pudo quitar, porque Helena se había ido soñando que flotaba en el Caribe, en las playas de un país llamado Venezuela. Busquen por favor este post en @clubdedramaturgia y me dan sus impresiones ¡Gracias!
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