«Felicidades. Me tienes. Y no lo digo a reproche, pero es que no lo veía venir. Tanto tiempo escribiendo sobre su aparición. Imaginando su voz. Esa sonrisa capaz de intimidarme. Esa mirada penetrante como si me conociera de toda la vida. Esas manos. Firmes manos, que perfectamente encajan entre mis dedos. . Siempre supe que lo reconocería apenas tomara su mano. Me sorprendió, lo admito. Fue antes, apenas al verlo. . Quería que llegara, pero no lo sabía. Necesitaba verlo entrar como aquella tarde de sábado en la que acumulando cansancios y preguntas sin responder, pedía mi primera copa de vino. Sostuvo mi mirada, se acercó, sonrió y ahí entendí que nada sería como antes. . Bajé la mirada. Mi sonrisa tímida me delató. . De ahí en adelante fue como si cada escena ya la hubiese vivido. Las mismas risas, las mismas pelis, las largas conversaciones respondiendo a mis inquietantes preguntas que a veces ni sé por qué, pero quiero saber, aquellas canciones nuevas y viejas que repetimos una y otra vez. . Museos y atardeceres. ¿Coincidencia? No lo sé, pero me da paz. . Ya no seríamos nunca más extraños. Quién iba a pensar que cuando menos lo buscara, terminaría llegando el destinatario de cada carta que escribí mientras aún no me leía.» Annella Marcano R. @annellamr
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