DESINTOXICACIÓN. . . De un año para acá mi vida ha consistido en solo una cosa: desintoxicación. Vivía bajo muchas pretensiones, con capas y capas de complacencia. Que todos se sintieran a gusto, aunque fuera yo quien quisiera salir corriendo. Hasta que de frente me encontré con esa barrera entre lo que hacía y quien realmente era. Como quien inicia un detox por salud física, yo inicié uno por salud emocional y espiritual. Juguitos verdes de alejarme de todo aquello que me hacía daño. Bajarle a la música que no me gustaba, quebrar los puentes que me unían a personas que me absorbían. Cerrar mis oídos a las exigencias que no me pertenecían. Desechar trabajos que no me empujaban a crecer. Eliminar chats que me mantenían en un vicio constante de volver a lo que me hacía mal. Escribir para mí, desde mi, lo que sentía y quizá no lo que quisieran leer. Ya no me afecta. Silenciar voces que buscaban desmerecer todo aquello que me robaba suspiros. Y de repente respiro profundo y siento paz. Estoy tranquila. Aunque fue turbio, no lo niego. Los jugos verdes no son sabrosos al principio, pero después saben bien, sobre todo cuando te sientes mejor. Y de repente miro a mi alrededor, y todo se siente más ligero. Todo lo he construido paso a paso, con lágrimas, risas y miedos. Sin voces que me limitan. Sin zancadas. Sin distracciones. Con un bonito soundtrack de vida y hasta el acné ya no está. Sin parecer, solo siendo. Sin responder, si no quiero. Sigo siendo yo y estoy mejor. Ya de a poco, veo los resultados. Ya me siento desintoxicada🌿
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