Qué increíble eres abuelita. A tus setenta y pico emprendes este viaje y dejas tu iglesia, tu montaña, tus médicos, te despides del enigma de tu mesita de noche, de tu cocina y tus costumbres, de tu altar a la virgen... . Y yo me siento dichosa por ti, porque tus ojitos no merecen menos que ver libertad. . . Quiero oler ese perfume tuyo de florecitas del campo, quiero que vengas a Bogotá y te enamores como yo lo estoy. . . Sé que Dios es amor y el amor es la familia y tú me enseñaste que eso es lo único que existe. . . La verdad es que tú me enseñaste un montón de cosas que antes no valoraba y que ahora abrazo fuerte porque son mi tesoro, ahora me gusta el orden y la coherencia, respeto más, converso con Dios, bailo en la cocina, disfrutó el silencio de la soledad, me gusta leer y no me detengo en aprender. . . Tú fuiste la mano derecha de mi mamá cuando yo era niña y así mismo fuiste mi par de piernas y brazos, tú nunca te cansaste de peinarme, fuiste la mejor paciente cuando se trató de jugar a la doctora, fuiste mi mejor amiga, mi compañera de Barbies y del té, por ti soy músico, modelo, actriz, atleta, ingeniera en sistemas, chef y estoy segura que de tener más oportunidades hoy sería astronauta. . . . . Gracias por tanto viejita, te deseo un viaje extraordinario, mucha salud y mucha vida para volver a vernos. Me siento orgullosa de ti, de tu fuerza y determinación. #LaAguela
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