Era mejor que tu viejita no sintiera tu voz afónica o quizás con algo de tos y flema,pues la cucharada del famoso (y temido) jarabe de ajo llegaba por sorpresa a tu boca, seguido de un grueso trago amargo y una lágrima rodando. Quedabas con el aliento a ajo por días, pero hablando más claro, eso sí. @Wikizuela
You've added this content to your favorites.
Post your comment
Load More