Cuantas veces nos hemos creído la mentira del demonio de creer que ya somos perfectos y que cumplimos la ley de Dios a la perfección, y nos olvidamos de tener caridad, amor, misericordia con los demás, incluso llegamos al punto de juzgar duramente sus actos como si fuéramos Dios. ¿Acaso no fue esto lo que Jesús le reprochó a los fariseos y doctores de la ley?
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