Sí, siento que te quiero. También siento que te perdono, que no queda dentro de mí algún indicio de rencor (y eso es difícil, porque en verdad te odiaba). Durante muchos días fuiste el protagonista de cada insomnio y mis lágrimas aprendieron a pronunciar tu nombre. Me escondí en el llanto para postergar el sol como sinónimo de un nuevo día en el que caminaría sola, descubriendo que estar sin ti era igual a nostalgia, a caminar y caminar sin saber adónde ir, porque mi destino siempre tenía que ver con estar contigo. Desde hace un tiempo que no lloro, y la buena noticia es que no necesito sedantes para estar feliz. Ni tampoco fiestas para descubrir en el placer de un rato, rastros de una felicidad que ahora encuentro conmigo misma, en soledad, sin necesitar al “clavo saca a otro clavo” y sin vivir desesperada esperando a “mi otra mitad”. Te hago esta carta citando a otra época, donde las despedidas se respetan y no insistes en regresar en donde hiciste tanto daño. Te perdono porque me perdono, pero eso no significa que estoy dispuesta a volver. Te aseguro que no es nada personal, pero mis manos no quieren las tuyas, mi cuerpo no desea que le hagas el amor y mis noches prefieren un espacio vacío en la cama, antes de tenerlo lleno, pero ocupado por ti. — @nacaridportal Libro: @mientrasteolvido Disponible: Amazon. Panama: @granmorrison Ecuador: +593 99-029-9401 Colombia: Panamericana y Nacional Chile: +56 9 8701 8687 Guatemala: +502 4271-0364
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