¿Recuerdas la época en la que no te maquillabas y eras feliz? No sabías qué eran el rubor, la máscara o el compacto pero te gustabas así. Esa época en la que no te importaba cómo te vistieras e igual te ibas a divertir. Si los zapatos no combinaban con el vestido no ibas a sufrir y si se te olvidaba perfumarte para salir, no ibas a morir. Esa época en la que te daba igual ensuciarte, en la que meter la barriga no era importante y si estar erguida o encorvada era tu forma de pararte ¿Dónde está esa niña que eras? La niña que siempre se sentía bella y no le importaba si su frente era grande, tenía cachetes ó su cara era simétrica. La que disfrutaba su comida y no contaba calorías, esa que prefería estar cómoda y no en dolorosas zapatillas ¿Cuándo fue la última vez que fuiste esa niña? Eras feliz entre grama, tierra, agua y piedras. Los juguetes eran la excusa perfecta para crear un mundo ideal, y daba igual si tus amigas eran tan bellas como las muñecas. A todos les sonreías sin pedir más que otra sonrisa de vuelta. Veías lo mejor de todo el mundo, hasta de quién te podía caer mal ¿lo recuerdas? Esa niña estaba convencida de sus sueños y no le importaba lo que los demás dijeran de ello, fuera bailarina, cantante ó médico. Era a la oscuridad y a los regaños a lo único a lo que le tenía miedo. Se enamoraba a cada rato, pero se enamoraba en serio ¿Por qué dejaste de ser esa niña? Hoy te lo pregunto porque yo trato de recordarlo cada cierto tiempo. Recordar cómo se sentía esa niña linda, qué la hacia reír y qué calmaba sus miedos, qué le importaba realmente y cuánto anhelaba sus sueños. Cada tanto, pregúntatelo tú también y como cuando niña, disfruta de las pequeñeces de la vida, ahí está lo verdaderamente placentero 💕💚💖 #DomingoDeReflexión
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